Los promotores que abordan a los ciudadanos a pie de calle en busca de nuevos clientes han pasado a la historia. Para este tipo de acciones, es mejor disponer un stand con el logo de la empresa y con un equipo humano que respete los tiempos y deseos de los transeúntes. De esta forma tu empresa no sólo atraerá las miradas de los viandantes sino que, también, generará confianza y dará pie a que quieran saber más sobre tus productos y servicios.
Seguro que os habéis encontrado en esta situación alguna vez: vais andando por la calle y, de repente, como de la nada, se aparece un joven que os habla de las maravillas de una compañía de móvil, de las estupendas instalaciones de un gimnasio que acaban de inaugurar o de los beneficios de abrir una cuenta corriente en un banco determinado. Todo, con una estupenda sonrisa. Pero tú, mientras escuchas, buscas algo que identifique al muchacho en cuestión con la empresa a la que representa: un uniforme, una carpeta, un stand. Lo más normal es que una tarjeta identificativa cuelgue de su camisa o chaqueta y, con suerte, puedas alcanzar a ver el logo de la empresa. Pero tú, ante la duda, te resistes a continuar la conversación y ofrecer tu nombre y apellido a una persona de la que nada sabes. No es extraño si tenemos en cuenta que los casos de fraude y engaños ocupan las páginas de los periódicos casi diariamente. Y, como tú, cientos de personas más que eluden toparse con promotores a pie de calle o que cortan su discurso a la primera de cambio.
¿Significa eso que las campañas a pie de calle no tienen cabida hoy en día, que habría que desterrarlas? No exactamente. En un mundo regido por las redes sociales, es importante tener en cuenta una cosa: los clientes de hoy no son como los de antes ni por formación ni por cultura de compra. Están acostumbrados a acceder a la información cómo y cuándo quieren y, sobre todo, a exigir unos mínimos de calidad y fiabilidad en sus transacciones comerciales. Por eso, si como empresa te vas a lanzar con acciones de marketing a pie de calle, hazlo bien: con un equipo humano que represente al 100% los valores y objetivos de tu marca y, obviamente, con un stand plegable que identifique tus productos y servicios con tu emblema. Que sean los transeúntes los que, movidos por la imagen de tu expositor y por la curiosidad que les genera tu propuesta, se acerquen a tu stand o mostrador plegable. Sería algo parecido a lo que pasa cuando participamos en ferias o eventos profesionales pero, en este caso, con el factor tiempo e interés como regentes. Los visitantes de una feria quieren conocer las novedades del sector e invierten su tiempo y su esfuerzo en ello, los transeúntes, no. Se dirigen a su trabajo, a su casa, a la compra o a una cita y no se sentirán identificados con una empresa que les aborde, sino con una que disponga de una imagen lo suficientemente atractiva como para llamar su atención y generar su confianza. Y el stand es perfecto para conseguir nuestro objetivo.
Los stands o mostradores plegables confieren clase a aquellas
empresas que las utilizan en sus acciones a pie de calle.