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Los photocalls conquistan a estrellas y ciudadanos de a pie

No hay evento social que se precie que no incluya un photocall entre sus propuestas. Ni actos benéficos ni festivales de cine ni pasarelas de moda ni regatas de vela. La razón es obvia: el photocall es una herramienta que permite a la marca mostrar su logo y hacerlo con el plus de que famosos posen delante de él. Lo normal es que sean personajes del mundo de la moda, de la gran pantalla o de la socialité los que paseen sus cuerpos frente al photocall y que, gracias al interés que generan en medios de comunicación y en el público en general, posibiliten a la marca darse a conocer en un ámbito diferente al que trabajan y asociarla con el glamour que imprimen estas personalidades.

Pero no todos ni todas las compañías pueden permitirse pagar los honorarios que exigen personajes como Blanca Suárez, Elsa Pataky, Paula Echevarría, Andrés Velencoso –en época de bonanza econónica, algunos llegaron a cobrar 20.000 euros por sesión- ni todas quieren invertir su dinero en una acción promocional de estas características. Y, la verdad, a muchas de ellas ni falta que les hace. Pensemos en las discotecas o en terrazas de verano. La gracia del photocall aquí es que los clientes de estos locales nocturnos se sientan como los protagonistas de las revistas de moda y del corazón y que, gracias al interés que las fotografías generan y al placer que se extrae de compartirlas con los amigos, el nombre de la discoteca vaya pululando por la red sin invertir ni un céntimo en publicidad.

Ahora, cambiemos de tercio. Vayamos a un ámbito que nada tiene que ver con la vida nocturna y o con los focos y las estrellas de la gran pantalla. Imaginemos que una pareja se quiere casar y debe elegir entre dos empresas especializadas en la organización de bodas. Una ofrece un paquete que incluye la decoración del espacio, el catering, la contratación de un dj o una banda de música y una sesión fotográfica y otra, además de estos servicios, cuenta con un photocall para que familiares y amigos de los novios se retraten durante el banquete. ¿Por cuál creéis que optará la pareja? Exacto, con la segunda opción. Y es que los photocalls, a diferencia de las sesiones fotográficas tradicionales, ofrecen un toque desenfadado a los álbumes de boda. Los invitados se pueden retratar en grupo, haciendo muecas, vapuleando a los novios, con algún mensaje o regalo para la pareja. La imagen del photocall será, aquí, distinta a la de los eventos sociales antes mencionados: no habrá logos, tan sólo el fondo que la pareja de recién casados haya elegido para servir de escenario a sus fotografías de boda.

 El actor Quim Gutiérrez posa en el photocall previo al estreno de la película “Los últimos días” (Autor: Revista Vanity Fair)

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